Declaración de la Prelatura territorial de Trondheim

El 6 de abril, la Iglesia Católica de Noruega se sacudió hasta sus cimientos con el anuncio de la Congregación para la Doctrina de la Fe que indicaba que el obispo Müller, quien fuera obispo-prelado de Trondheim, se declaró culpable del abuso sexual de un menor y que esta fue la razón de su dimisión en Pentecostés, el año pasado.

En lo personal, me resulta difícil hallar las palabras necesarias en este momento. En primer término, quiero expresar mi compasión hacia la víctima, y espero y rezo para que se respeten sus deseos de permanecer en el anonimato. La carga que lleva ya es bastante pesada. Se trató el asunto de conformidad con las pautas de la Iglesia, y las necesidades y los deseos de la víctima se cumplieron y se respetaron de la mejor manera posible.

Después de esto, deseo expresar mi vergüenza en nombre de la Iglesia y recalcar que Müller actuó en contra de todas las normas a las que está sujeto y a los votos que ha hecho. Como manifesté en una de mis homilías durante Semana Santa, cuando hablé sobre los escándalos por abusos de menores en general en la Iglesia Católica, en todo el mundo:

Durante toda la historia de la Iglesia, ningún abusador de niños o de menores cometió esos actos con algún tipo de permiso. Las palabras del Evangelio que dicen "quien lleve por el mal camino a uno de ellos" son eternas y de validez eterna. Por este motivo y con muy pocas excepciones, esos actos siempre han sucedido en la oscuridad y en secreto. La traición a los niños ha conformado, al mismo tiempo, una traición a la Iglesia y a la misión de la Iglesia.

Un pequeño rayo de sol en medio de la desesperación que sentimos hoy es que, en el caso de Müller, cuando se informó sobre este asunto, la Santa Sede actuó con rapidez, de forma directa y con resultados inmediatos. Aunque el caso ya prescribió para el derecho penal noruego, la justicia interna de la Iglesia sigue vigente. Por este motivo, Müller no tiene ministerio alguno en la Iglesia, en la actualidad.

En estos días pesarosos, lo que podemos hacer es actuar de la manera correcta y estructuradamente, trabajando enérgicamente para asegurar que nunca vuelva a suceder algo así y dirigirnos a Dios en penitencia y oración por la víctima, por el clero y los fieles de la prelatura, por la Iglesia de Noruega y por todos los que sufren debido a este o a otros casos de abuso en el mundo. Nuevamente, una cita de la misma homilía que la anterior:

¿Es posible que los horrores que estamos experimentando ahora puedan dar lugar a algo bueno? Eso creo, pero debemos intentar verlo juntos. Este es el tipo de depuración que la Iglesia ha experimentado varias veces en el transcurso de su historia: durante los grandes cismas, con herejías o persecuciones, cuando las sospechas o las intervenciones políticas dificultaban la vida de la Iglesia. La diferencia es que esto toca el corazón y las debilidades de todos nosotros. La tristeza que nos embarga no es tan solo pena o dolor, y, por consiguiente, resulta horrible soportarla. Les pido que piensen en los niños protegidos contra los abusos porque, finalmente, estamos implementando los límites necesarios. (...) Debemos levantarnos otra vez y volvernos visibles claramente como el Cuerpo de Cristo, donde sólo reina lo bueno y no se acepta lo malo.

Les aseguro a los fieles de la prelatura de Trondheim que oraré por ellos especialmente durante estos días. Esta es una carga pesada que ustedes no merecen, bajo ningún concepto. También rezaré por mí, para recibir la gracia y la fuerza para ser un buen pastor en este tiempo difícil para todos nosotros.

También me remito a mi "Carta a los fieles en tiempos difíciles para la Iglesia" y a la homilía mencionada anteriormente.

Klosterneuburg, Austria, 6 de abril de 2010

+ Bernt Eidsvig Can.Reg.

Administrador Apostólico de la prelatura de Trondheim

KI - Katolsk Informasjonstjeneste (Oslo); ad/mt (6. april 2010)

av Webmaster publisert 12.04.2010, sist endret 12.04.2010 - 21:49